Sfinter y Ecuato, sufren días después la confirmación de su éxito pues la ministra no sólo ha subido el tabaco; sino que además, la muy jodida perra, prohibe fumar en lugares públicos.
Sfinter, tras reflexionar largamente (5 segundos) decide acudir directamente a solcuionar tal embolado.
Durante la noche, recoge miles de ceniceros usados en los centros de trabajo, restaurantes, bares, etc y descarga las colillas en la puerta de la cara de la ministra, junto con un extra para su deleite: un hermoso tordo corona la montaña de colillas.
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